Donación voluntaria de sangre
Todos los días, en algún centro urbano importante de nuestro país, se repite la siguiente situación. Un paciente viaja a la ciudad desde alguna localidad del interior para recibir un tratamiento de alta complejidad. Al no contar ni con familiares ni con amigos cercanos no puede responder al pedido de donantes de sangre. Tal vez no sepa que nadie puede condicionar su tratamiento a la aparición de esos donantes y recurra, como única esperanza, a los medios masivos de comunicación. Este llamado no siempre tiene como respuesta la solidaria y desinteresada aparición de donantes voluntarios. La presión que reciben los enfermos y sus allegados sumada a la falta de información puede culminar en un hecho riesgoso y, ocasionalmente, ilegal.
Mientras la ciencia trabaja en la cura y prevención de enfermedades hay algo que podemos hacer para que esta historia comience a ser pasado: la concientización sobre la importancia de la donación voluntaria y habitual de sangre. Toma de conciencia que implica el conocimiento tanto de leyes y normativas como de los motivos que hacen de la transfusión sanguínea un recurso, algunas veces único, para la recuperación de la salud.
La donación voluntaria de sangre es importante porque sus componentes y derivados son elementos insustituibles dado que no pueden ser reproducidos de manera artificial. La sangre no se puede “fabricar” en un laboratorio: los seres humanos dependemos de nosotros mismos para ayudarnos. Si bien es probable que hayamos escuchado acerca de los avances de la ciencia en relación con la producción de sangre artificial, esto está muy lejos de la realidad. Los componentes de la sangre (glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma) cumplen funciones tan específicas que, hasta el momento, es imposible fabricarlos. En la Segunda Parte nos detendremos en estas cuestiones ligadas a la composición de la sangre y a su importancia en relación con las funciones vitales de todo el organismo.