Tuco y Sebastián son dos amigos de toda la vida. Tuco trabaja en una fábrica y Sebastián tiene un kiosco de cigarrillos y golosinas.
Después de una broma que le juega a Tuco un conocido, “el Mingo”, decide dejar su trabajo para dedicarse al canto. Para ello, se encierra en el galponcito del fondo de su casa armado con un cuchillo y aislado por completo de su familia y de la gente en general, esperando al acompañamiento musical que el Mingo “prometió” mandarle para ensayar y así triunfar en la televisión.
Dado que los intentos de la familia para alejar a Tuco de esa aventura son en vano, deciden recurrir a su mejor amigo, “Sebastián”, para que este intente convencerlo de revocar su decisión y devolverlo a la cordura y al comportamiento social esperado por todos.
Aquí es donde comienza la acción dramática. En el momento que Tuco, que está ensayando, recibe la visita de Sebastián con el objetivo de rescatarlo de esa “locura”. A partir de ahí y con el desarrollo de diversos diálogos y reflexiones, Sebastián encontrará en Tuco un espejo donde poder mirarse y poner en duda la aparente locura de su amigo.